31 diciembre 2006


No, no, memoria del pasado día/ vengas sobre este sol y césped santo./ No vuelva yo a invocar refugio tanto/ de lo que así se crece en despedida.// Quédeme tu intemperie y mi porfía/ de caer, de volver de nuevo a alzarme,/ no la raída pasamanería/ que alza mi polvo y que tu luz deshace.// No me hartes de mí que hartazgo tanto/ no soporta mi poca luz vencida./ Mas mi ayer fue tu hoy: no halle quebranto.// Volver a lo pasado no es mi ruego.../ ¿Pero y aquel aroma de la vida?/ Retenga su promesa, no su fuego. (Fina García Marruz)

30 diciembre 2006


Todo termina, todo empieza,/ cae la tarde sobre todo,/ todo se aleja entre las luces,/ que uno no puso, que ahí están./ Correspondencias irresueltas,/ torvo murmullo atrás del ser;/ frescos racimos de la carne,/ fúnebres ramos al final/ y un gran silencio, un gran silencio,/ al que no aprendo aún a entrar,/ ese callarse de las cosas/ que al fin y al cabo no son yo/ (raro callarse el de las cosas/ que al fin y al cabo no son yo). (En la resaca)

29 diciembre 2006


Me han hablado del poeta/ que se arroja ácido a la cara durante los recitales/ y escribe en el cielo preprogramado de California/ con humo de aeroplanos// y me impresiona la calidad de esta ética laboral/ tan a la altura/ de nuestros tiempos de paleocapitalismo posmoderno:// todo por la patria/ por el patrón/ por el poder/ por la poesía...// pero me temo/ que ni siquiera con tanto sacrificio/ consigue durar más de diez segundos en los telediarios.// Prefiero/ otra estrategia lateral, contraria:/ escribir en la arena/ y hablar en voz muy baja/ para que tú me oigas.// Borrar las huellas.(Jorge Riechmann)

27 diciembre 2006


Julio (II). Igual que pétalos que la corriente arrastra, el siglo,/ como los ríos que dan a la mar, me aparta/ de lo que fui y seré./ Hacia su fin, el tiempo, en /cubículos iluminados, pasa. Rostros también,// igual que pétalos en la corriente, o almas/ rumbo a la mar, que es el morir. (En la resaca)

26 diciembre 2006


‘Lectric Chair Blues, por Blind Lemon Jefferson (gracias, Horacio), Blind Lemon Jefferson por Nick Cave.

22 diciembre 2006


Si el niño llora y rebasa la paciencia de su madre conviene que el padre partícipe de la escena sople con fuerza el cuello de una botella de vino. El sonido de los barcos que se alejan se lleva toda crispación.// La música nos salva del miedo. (Alberto Muñoz)

21 diciembre 2006


Ahora, por el contrario, vivimos en una sociedad permisiva en la cual no hay ninguna interdicción. ¿En nombre de qué prohibir? Los límites actuales son los límites del orden público, no del orden privado. En nombre del bienestar público se prohíbe fumar, por ejemplo. En este contexto, la idea del padre como sostén de la ley se transforma. Para Lacan, el padre como portador de la interdicción es el nombre del límite de lo que se puede nombrar dentro de la experiencia pulsional de la sexualidad. Como dice Lacan, citando a San Pablo: “Sin la ley, no hubiera conocido el pecado”. El padre, entonces, es el portador del puro poder de la nominación. El representante de la interdicción, que es un hecho de lengua, designa para Lacan la función paternal. Esta puede ser transmitida a otros dispositivos discursivos; por ejemplo, al discurso curativo y educativo. En este sentido, lo universal, aquello que pertenece a todas las formaciones sociales humanas, es que hay goces prohibidos, hay prohibiciones que hacen un límite. El lema “gozar sin prohibición”, difundido por los fanáticos de la liberación de fines de los 60, no es sino la muerte. Para que exista un lazo social, no se debe dejar a un sujeto morir de su adicción al goce, se necesitan prohibiciones, y eso es parte de la función paternal. (Eric Laurent)

20 diciembre 2006


Me asombro: tengo miedo a la muerte, un miedo cobarde y pueril. Me gusta vivir sólo a condición de arder (necesitaría todo salvo querer durar). Por muy extraño que sea, la poca obstinación que tengo por durar me priva de la fuerza para reaccionar: vivo ahogado por la angustia y tengo miedo a la muerte, precisamente por falta de amor a la vida. (Bataille)

19 diciembre 2006


“Despasión”. Exactísimo término acuñado por Gelman para definir un rasgo decisivo, y naturalizado, de cierto pensamiento dominante (que, de todos modos, hace negocio con el manejo de unas cuantas pasiones, de las que dice estar alejado o en las que no quiere reconocer lo que tienen de pasional). No es que per se las pasiones sean recomendables, que no existan muy buenos motivos para preferir no embarcarse en algunos apasionamientos ni, menos que menos, que sea bueno renunciar a la reflexión, el extrañamiento, la relativización y el no apego. Sí, en cambio, advertir la operación mediante la cual, ante cualquier cercanía con una pasión, se prende en rojo -y no sin una risita despectiva- el cartelito de “out”, “tabú”, “verbotten”, para en su lugar rendir culto a la impermeable suficiencia de los gerentes, los técnicos, los administradores y los gourmets.

18 diciembre 2006


“La figura de Cristo debería tener la misma violencia de una resistencia: algo que contradiga radicalmente la forma en que se está configurando la vida del hombre moderno, su gris orgía de cinismo, ironía, brutalidad práctica, compromiso, conformismo, glorificación de la propia identidad en relación con la masa, odio hacia toda diversidad, rencor teológico sin religión”. (Pasolini, a propósito de Il Vangelo secondo Matteo)

17 diciembre 2006


No preguntes, Leucónoe (pues saberlo no es lícito),/ qué fin a vos o a mí nos han dado los dioses,/ ni intentes consultar cálculos babilonios./ ¡Cuánto mejor será soportar lo que venga!/ Ya Júpiter te otorgue numerosos inviernos/ o solamente el último, que ahora debilita/ al mar Tirreno contra las rocas de la costa,/ sé prudente, los vinos filtrá, y porque es breve/ el plazo no te hagas esperanzas muy largas./ Huirá, mientras hablamos, envidiosa, la vida:/ cortá la flor del día sin creer en el mañana. (Quinto Horacio Flaco, por Zaidenwerg)

16 diciembre 2006


Septiembre (XX)/ Si mirás al costado/ de la gran corriente, a/ dos o tres metros/ de lo que, hacia adelan-/ te, avanza, la ves:/ la rama del fresno en la lluvia. (En la resaca)

15 diciembre 2006


Septiembre (XIX). Esto que, por decirlo así, llamamos/ “mundo”, este intercambio/ de posiciones, de velocidades,/ con algún fin. ¿Y en caso de que no ande/ bien el motor? ¿Si a esa velocidad/ no funcionás? ¿Si te quedás quieto?/ Te chocan, te abollan, te/ dejan a un costado, te aplastan. (En la resaca)

14 diciembre 2006


Percibir o intuir aquello que hay de necesario en lo fortuito o en lo casual. La razón a la que esa casualidad responde. ¿No sería eso la experiencia poética (al menos unos cuantos, durante un tiempo, sostuvimos una creencia que iba en esa dirección, inspirada seguramente, a menudo sin saberlo, en la idea de “correspondencias” de Baudelaire) o uno de los modos en que eso que llamábamos "experiencia poética" puede darse? ¿No sería esa intuición, esa “presencia” irresoluble de una necesariedad o una razón en lo fortuito lo que hace que nos detengamos especialmente, como ante un misterio, en ciertas imágenes o ciertos encuentros de palabras (no sólo en poemas, también en el cine de Tarkovski o en el de Kitano, o en los modos en que suspende o introduce notas Monk)? ¿Y tendrá algo que ver eso con la extrañeza pavesiana que hace emerger lo desconocido en lo conocido o muy conocido? A primera vista son lo opuesto, pero quién sabe si no se trata de dos ángulos desde donde ver lo mismo. En uno y otro caso me parece encontrar alguna vinculación con el hecho de que, al fin y al cabo, la poesía es una supervivencia de un modo "primitivo" de relación entre la subjetividad y el universo, que en los antiguos se daba, por ejemplo, a traves del mito. Bueno, convengamos que la poesía no: alguna poesía. Ni siquiera la mejor poesía, necesariamente: la que más me importa.


13 diciembre 2006


Claro de luna por Gelber. Estambul de Pamuk. Viejas y prodigiosas grabaciones de Marlene Dietrich.


No cedas a la tentación, pará y pensá un poco. Provocan, chumban, y, en el momento en que actuás, creyendo que vas a contribuir a que haya un poco más de justicia o un poco menos de impostura, mordiste el anzuelo: entraste a formar parte de la promoción.

12 diciembre 2006


Septiembre (XVIII). Esto que ves aquí rugiendo es/ la época, en marcha:/ modos de transportar, de abrirse paso,/ de ensordecer, de aislar,/ de hacer de lo mucho y/ diverso, una masa,/ unida a la fuerza, hostil/ cada parte con la otra, y/ toda en la misma dirección,/ tumba y chatarra. (En la resaca)

11 diciembre 2006


Septiembre (XVII). Lentos animales pesados: a veces/ dejan pasar a alguien, corriendo, a veces/ se superponen, centímetro por centímetro,/ braman, rezongan, buscando ventaja. A veces/ se sueltan como por encanto y fluyen/ igual que las hojas en la superficie del agua,/ a veces se atascan. El mundo entero se atasca, a veces,/ el mundo entero a veces brama, enredado en sí. (En la resaca)

10 diciembre 2006


Cuando la palabra “genio” está proscripta de cualquier vocabulario respetable, y hasta sorprenderse pensando en que podría existir algo así como "el genio” lo lleva a uno a autocriticarse, a ver si, lejos de la bendición de los administradores de Duchamp y Puig, cae en el descrédito o el bochorno. Y cuando el lugar que antes ocupaba el genio (Tarkovski o Cezanne, digamos, o Faulkner, o Van Gogh o Fritz Lang, o Monk) lo ocupa el extravagante, aunque no se resguarde en ese rótulo sino en el de freak o el que para el caso convenga a su negocio o al de los que hacen negocio con él. Síntomas de una época en que la única alternativa estaría en resistir, o quedarse en casa leyendo antiguallas y haciendo apuntes para nada.


Dios del todo te deje, para que te encuentres,/ poeta, hermano, caído, semejante./ Y encarne en sangre real/ tu desencarnada y desesperada necesidad de amor,/ única verdad de tus apocalípticas/ predicaciones de profeta perdido. (César Mermet, de “Reverencia a Orfeo”)

09 diciembre 2006


Sentimos horror por todo lo que carece de composición, lo que es heteróclito, accidental, y tratamos –aun materialmente– de limitarnos, de ponernos un marco, de insistir en una definida presencia. Estamos convencidos de que una gran revelación puede brotar solamente de la obstinada insistencia sobre una misma dificultad. Nada tenemos en común con los viajeros, los experimentadores, los aventureros. Sabemos que la más segura y rápida manera de asombrarnos es clavar la mirada –imperturbables– siempre en el mismo objeto. Un buen día nos parecerá –milagrosamente– que a este objeto nunca lo habíamos visto antes. (Pavese, Diálogos con Leucó)

08 diciembre 2006


Destilar tu lentísima perla,/ engendrar un aro nuevo en tu viva madera, año por año,/ añejar tu vino, después de acodo, riego,/ cosecha y doloroso lagar,/ y secreto oscuro en honda y fresca sombra y serena clausura,/ ése es tu asunto./ Llegar a seca caridad no complaciente ni conmiserativa/ sino eficaz, y olvidadiza, como de otro,/ escuchar al transparente Mozart/ una vez cada tanta tentación al júbilo estridente/ o a la lamentación furiosa;/ eso te pido, no te incito, te ruego./ Y no porque de ti se cuente la ardua hazaña mañana,/ sino para que feliz cumplas/ con ser aquello que tu índole marcaba,/ haciendo don de ti a tu don/ y haciendo de tu cantante don/ no solamente obra conclusa,/ sino creadora de tu ser interminable,/ de cuyo escaso gramo de oro cierto,/ un verso breve,/ misterioso fragmento por mutilado hermoso y recordado,/ se salvará de tanto vano diario,/ diligente verso puesto al día,/ y tanta noticiosa y rugidora oda. (César Mermet, de “Reverencia a Orfeo”)

07 diciembre 2006


El crudo tiempo, la muerte acechante, la vida pisoteada, el desarraigo y el dolor fueron perdiendo su cualidad "literaria" y así las palabras, sin abandonar, creo, la tendencia irremisible a la belleza, se cargaron del horror de un mundo muy diferente del que me había forjado con lo que tuve en los queridos libros iniciales. Y el amor inspirador se facetó o mejor, quedó residiendo en los vidrios rotos acerca de los cuales, una vez, contemplando una ventana, había escrito, sin saber entonces, qué peso cobraría muy poco después ese "pedacito de vidrio" faltante. (Susana Cella)

06 diciembre 2006


En 1947, luego de Hiroshima, Daniel Halévy nos ubicaba deliberadamente en la perspectiva de una aceleración de la historia. Casi sesenta años más tarde, nos encontramos esta vez en la perspectiva dromológica, la de una repentina aceleración de la realidad en la que nuestros descubrimientos tecnológicos se nos vuelven en contra y en la que ciertos espíritus delirantes intentan provocar el accidente de lo real a cualquier precio; ese choque frontal que volvería indiscernibles verdad y realidad mentirosas o, en otras palabras, que pondría en práctica el arsenal completo de la desrealización./ (…) Desde el 11 de septiembre de 2001 entramos en el túnel de una militarización de la información, puesto que la Infowar lleva hasta el absurdo esa "logística de la percepción" que, con la adquisición de objetivos militares, favorecía ayer la victoria sobre el enemigo./ Hoy, la ambición es desmesurada porque se trata de romper el espejo de lo real para hacer perder a cada uno (aliados o adversarios) la percepción de lo verdadero y de lo falso, de lo justo y de lo injusto, de lo real y de lo virtual; confusión fatal tanto del lenguaje como de las imágenes que culmina en el levantamiento de esa flamante Torre de Babel, pensada para llevar a cabo la revancha estadounidense por el derrumbamiento del World Trade Center./ A modo de confirmación de ese delirio iconoclasta, indiquemos que la Infowar, de la que fuimos víctimas, ha conducido al ejército estadounidense a permitir que se llevara a cabo, bajo nuestros ojos y sin defensa, la ruina del museo arqueológico y de la biblioteca de Bagdad, un desastre que recuerda al saqueo del Palacio de Verano perpetrado en China por los europeos y contra el cual se levantó mismo Víctor Hugo./ Así, luego del saqueo de la memoria mesopotámica y de los tesoros de Sumeria, esta "guerra de la información" se afirmaba por aquello que es: un conflicto contra la Historia, una tentativa de destrucción de los orígenes./ Guerra preventiva, no tanto contra tal o cual tirano, sino contra esa memoria "inmemorial" que no pasa, o no pasa tan rápido, para el gusto de aquellos que pretenden no el futuro, como antaño con el "radiante porvenir del totalitarismo", sino el presente, ese eterno presente de la ubicuidad y de la instantaneidad del tiempo real de las telecomunicaciones. (Paul Virilio, Ciudad pánico)

05 diciembre 2006


No prediques, cantor,/ no montes publicitaria maquinaria de eficaces y litigantes odios,/ sé cantor y canta, sé ante todo,/ y tu voz fundará invisible orden primero,/ y luego el peso inerte de la imperfecta tierra/ será de enérgica luz aligerado. (César Mermet, de “Reverencia a Orfeo”)


No porque las moscas disfruten con la mierda o las cucarachas con la basura, la mierda y la basura me tienen que gustar a mí. Cada uno con sus gustos, con sus intereses y sus necesidades. No porque me guste leer a escritores que se toman treinta páginas para describir cómo fuma un hombre, esa literatura tiene que gustar a las moscas, a las cucarachas o a quien sea. Los que hacen negocio abasteciendo a quienes pagan para sentirse políticamente incorrectos por un rato tienen derecho a defender su falta de interés en los despliegues que la lengua y el pensamiento pueden llevar a cabo, a lo largo de páginas y páginas, en torno de un acto que suponemos conocido, como para ponernos ante la posibilidad de que lo que sabemos que es tal vez no sea, o pueda serlo de otro modo, ahí mismo, ante nuestros ojos. Tienen seguramente buenos motivos para decir que esas experiencias de extrañeza y detenimiento les aburren: sus mecanismos de lectura se activan con otros estímulos, como seguramente los de la clientela a la que proveen de algún tipo de bienestar, que algunas veces supo también resultarme deseable. A mí, en cambio, me aburren las películas con persecuciones de coches, esas otras donde un tipo se pasa media hora colgado con tres dedos de una cornisa a 200 metros de la calle, o la ilusión de "estar más cerca de la realidad" que venden, a modo de consuelo, estupefaciente o compensación, las excursiones por la escena border.

04 diciembre 2006


(De todas formas dudo de que se pueda disociar el yo que examina del yo que se esconde, enfrentándolos como halcón y ratón; pero convengamos en posponer esta conversación para un día en que no huyamos de la policía.) J.M.Coetzee, Vida y época de Michael K

03 diciembre 2006


Sólo aquel que ama algo y alguien, aquí, ahora, ama al prójimo/ como congregación de únicos, y no como la conjugada cifra magna/ que el deshonesto canto invoca y suscita/ con efusión abstracta y espectral caridad./ Sólo aquel que se transforma en laboriosa/ o en gozosa, doliente, amante alquimia,/ es capaz de cambiar –mas no él, sino su gramo escaso/ de canción viviente– amor, gozo y dolor,/ de aquel tal vez nacido, o quizá venidero semejante. (César Mermet, de “Reverencia a Orfeo”)

02 diciembre 2006


No podría definirme como ateo, porque declararme ateo corresponde a una certidumbre que no poseo. A fin de cuentas, el universo es tan extraño que todo es posible, hasta un Dios que es uno y es tres. (Borges)

01 diciembre 2006


Hay cantores que tienen oportuno el rapto/ inevitablemente, como otros triste el vino;/ y otros que estadísticamente aman al prójimo/ en edición puntual, de oral o escrita arenga;/ quien más tiene la elocuencia, pronta y pública, de maldecir la falta/ de alegría y justicia, que vocación discreta/ por conquistar ardua alegría por lo pronto,/ y luego generosidad de su alegría/ y brazo y reflexión constantes, firmes,/ para hacer en relegadas filas anónima justicia/ con constructores, no con destructores./ Hay quien histriónica recitación vocea,/ eficaces y efímeros entusiasmo y embriaguez procuran,/ y excesiva modestia los lleva a trocar prestos/ la innominada perduración de sus canciones/ por la frágil memoria de su nombre./ Sólo aquel que se crea, puede y quiere creación,/ no manifiesto, y sólo aquel que habla consigo/ dialoga de verdad, mas quien dialoga, dialogará con muchos todos/ poco a poco, ya que hay tanto tiempo para los hombres. (César Mermet, de “Reverencia a Orfeo”)