24 abril 2008


Una tarea oscura, sí, Conrad, pero no aplastante. Por el contrario, más bien liberadora, en tanto uno encuentra alguna soltura y alguna capacidad de movimiento propio al perder peso algunas viejas y asentadas preocupaciones, y al dejar uno de creer en un repertorio de tonterías que tantos dan por cosa sagrada. Ya no mirar, como no sea de reojo o muy de cuando en cuando, el Gran Show, para en cambio atender a los puntos donde el sentido concreto se ve en algún momento titilar y a la consistencia del trabajo y el contacto con las cosas.