01 agosto 2008


Increíbles poetas entre nubes de sangre/ Salvando a medias la verdad, dejando el resto/ A la convicción del crimen general/ Como un error que debe soslayarse. Cómo/ Consiguió la belleza aislar las rosas,/ Construir un recluso jardín incorrupto/ Y dar materia a este cantor eterno./ Pero la estúpida crueldad y el martirio/ No fueron cosas transitorias ni objetos irreales/ Que pueden apartarse como una falla terrestre,/ Una fractura en la roca, un paso en falso en el mundo./ Aquí están todavía, no en el mito/ Y a su manera se empeñan en dar música./ Las cuerdas siguen sonando en medio de la masacre;/ La vida corporal de esta madera finamente curvada/ Es aceptada como un triste conocimiento./ El laúd rescata un engaño hasta el fin de los tiempos. (Giannuzzi)