27 agosto 2008


PEPI: Ya no se habla de nadie ni de un mundo por abandonar ni de un mundo por alcanzar para terminar de una vez con los mundos - con las personas con las palabras con la miseria – con la miseria – con la miseria de las palabras. Si dijera allí hay una salida en alguna parte hay una salida lo demás llegaría. Qué espero pues para decirlo o creerlo. Afuera (mira hacia fuera.) afuera está la salida – ¿o nosotros somos la salida? ¿Por qué golpean a veces? Siempre. En forma continua. Acaso para dejar la muerte aquí adentro escondida. Eso, escondida. Para no tener que ver los desperdicios. Dónde está la ruina – la verdadera ruina, los escombros escondidos. Tengo miedo esta noche para observar cómo me pudro. Pero quién se pudre. Ellos no aguantan. Se pudren sin saberlo. Ignoran la podredumbre. La ignoran. Doy fe que la ignoran. Por eso simulan – no pueden prescindir de nosotros – creen que arrojan la muerte. Aquí entre nosotros – ¿afuera llueve? (Pipi sale corriendo y mira por una ventana y corre a la otra.) ¿Ahora qué ves? Nada. Pura oscuridad. Puro negro. Prefiero esto – donde no hay lluvia ni negro. Ni sol que moleste nunca. Pero ellos creen ser felices. O simulan. No les gusta vernos. A veces felices entre los escombros y la muerte. Pero ellos viven con los escombros y la muerte. No pueden nunca arrojar toda la muerte aquí. Es mucha. No lo saben. Y están llenos de argumentos, de noticias. Se abruman. Pero la muerte la fabrican. (Fuerte.) ¡¿O no la fabrican?! – fabrican las imágenes de la muerte./ EUSEBIO: ¿No quedó ninguna barra de chocolate?/ PIPI: (Busca chocolate adentro de las cunas.) Se lo comieron todo. No dejaron nada. (Pavlovsky, Solo brumas)