31 agosto 2008


Fiat ars, pereat mundus”, nos dice el fascismo, y tal como Marinetti lo confiesa, espera directamente de la guerra la satisfacción artística que emana de una renovada percepción sensorial que viene transformada por la técnica. Tal es al fin sin duda la perfección total de l’art pour l’art. La humanidad, que antaño, con Homero, fue objeto de espectáculo para los dioses olímpicos, ahora ya lo es para sí misma. Su alienación autoinducida alcanza así aquel grado en que vive su propia destrucción cual goce estético de primera clase. Así sucede con la estetización de la política que propugna el fascismo. Y el comunismo le responde por medio de la politización del arte. (Walter Benjamin)

29 agosto 2008


Lo que yo veo tal vez lo veo/ parece que el agua me mira// lo que yo siento tal vez lo siento/ el mínimo perfume me posee// lo que yo sé tal vez lo sé/ mi saber sólo es un invitado// lo que yo quiero tal vez lo quiero/ siempre miedo de lo que quiero// lo que vivo acaso lo vivo/ buscando palabras para decirlo// lo que soy acaso lo soy/ en cuanto lo nombro lo hago huir (Ludovic Janvier)

27 agosto 2008


PEPI: Ya no se habla de nadie ni de un mundo por abandonar ni de un mundo por alcanzar para terminar de una vez con los mundos - con las personas con las palabras con la miseria – con la miseria – con la miseria de las palabras. Si dijera allí hay una salida en alguna parte hay una salida lo demás llegaría. Qué espero pues para decirlo o creerlo. Afuera (mira hacia fuera.) afuera está la salida – ¿o nosotros somos la salida? ¿Por qué golpean a veces? Siempre. En forma continua. Acaso para dejar la muerte aquí adentro escondida. Eso, escondida. Para no tener que ver los desperdicios. Dónde está la ruina – la verdadera ruina, los escombros escondidos. Tengo miedo esta noche para observar cómo me pudro. Pero quién se pudre. Ellos no aguantan. Se pudren sin saberlo. Ignoran la podredumbre. La ignoran. Doy fe que la ignoran. Por eso simulan – no pueden prescindir de nosotros – creen que arrojan la muerte. Aquí entre nosotros – ¿afuera llueve? (Pipi sale corriendo y mira por una ventana y corre a la otra.) ¿Ahora qué ves? Nada. Pura oscuridad. Puro negro. Prefiero esto – donde no hay lluvia ni negro. Ni sol que moleste nunca. Pero ellos creen ser felices. O simulan. No les gusta vernos. A veces felices entre los escombros y la muerte. Pero ellos viven con los escombros y la muerte. No pueden nunca arrojar toda la muerte aquí. Es mucha. No lo saben. Y están llenos de argumentos, de noticias. Se abruman. Pero la muerte la fabrican. (Fuerte.) ¡¿O no la fabrican?! – fabrican las imágenes de la muerte./ EUSEBIO: ¿No quedó ninguna barra de chocolate?/ PIPI: (Busca chocolate adentro de las cunas.) Se lo comieron todo. No dejaron nada. (Pavlovsky, Solo brumas)

25 agosto 2008


Pavimentado de relumbrones el suelo,/ untadas las paredes de inflado eco liminar/ ruido sobre ruido en vaivén hacen acuerdo/ y perlas sin ostra madre fosforecen/ entre numerosa calle de peatones y autos lustrados, orla similar/ a toda certidumbre de eterno tiempo y durable señorío/ puro brillo decorado y luz neónica, abarrote vidriera general (Susana Cella, Entrevero)

24 agosto 2008


La vis poética, la fuerza de la poesía, deja su marca en cuanto toca. La marca de la poesía crea la semejanza entre las dos cosas mas dispares y las une en su virtud reconocible. Hay una relación entre la poesía y la pintura que no participa de la marca común de un origen común. Es la relación capital que existe entre la poesía y la gente en general, y entre la pintura y la gente en general. […] La relación actualmente capital entre la poesía y la pintura, entre el hombre moderno y el arte moderno es sencillamente esta: que en una época en que tan decididamente prevalece la incredulidad o, cuando menos, la indiferencia a las cuestiones de creencia, la poesía y la pintura, y las artes en general, constituyen, en su medida, una compensación por lo que se ha perdido. Los hombres tienen la sensación de que la imaginación es por su fuerza el poder situado a continuación de la fe: el príncipe reinante. En consecuencia, su interés por la imaginación y sus obras no debe considerarse una fase del humanismo sino una autoafirmación vital en un mundo en el que nada se mantiene salvo el yo, si es que el yo se mantiene. Visto así, el estudio de la imaginación y el estudio de la realidad llegan a parecer, purificados, engrandecidos, fatídicos. ¡Qué estatura, aunque sea estatura profética, le proporciona esta concepción al poeta! Ya no necesita ejercitar su dignidad con obras proféticas. ¡Cuánta autenticidad, incluso autenticidad órfica, le proporciona al pintor! Ya no tiene que exhibir su autenticidad en obras órficas. Debe bastarle con que aquello a lo que ha entregado su vida quede de este modo enriquecido con semejante acceso de valor. Lo mismo el poeta que el pintor viven y trabajan en medio de una generación que está conociendo la pobreza esencial a pesar de la fortuna. La extensión de la mente hasta más allá del ámbito de la mente, la proyección de la realidad más allá de la realidad, la determinación de recorrer todo el terreno, sea el que fuere, la determinación de no quedar confinados, de recuperar la excitación y la intensidad del interés, la ampliación del espíritu en todo momento, en todos los sentidos, éstas son las unidades, las relaciones, que debemos contabilizar como primordiales en este momento. No tiene demasiada importancia si estas relaciones existen de forma consciente o inconsciente. Uno vuelve a las coactivas influencias del tiempo y el espacio. Es posible estar entregado a un propósito sublime y no saberlo. Pero yo pienso que la mayoría de los hombres, cualquiera que sea su sofisticación, la mayoría de los poetas y la mayoría de los pintores, lo saben. (Stevens)

23 agosto 2008


El descenso/ hecho de desesperación/ y no consumado/ ejecuta un novel despertar:/ que es el reverso/ de la desesperación./ Porque a aquello que no podemos alcanzar, eso que/ es negado al amor,/ lo que hemos perdido anticipadamente–/ le sigue al descenso/ eterno e indestructible. (Williams)

22 agosto 2008


Nunca la derrota es solo derrota– el/ mundo que abre es siempre un lugar/ antes/ insospechado. Un/ mundo perdido,/ un mundo insospechado,/ que llama a nuevos lugares/ y nunca la blancura (perdida) es más blanca que el recuerdo/ de la blancura. (W.C.Williams)

21 agosto 2008


Cuánta épica podrá desdecir/ las multicolores luces de mentida felicidad/ los sepulcros pintarrajeados/ el agravio a la graciosa manito/ a la pelota de trapo/ a los andrajos revueltos/ en la cama de papel/ juntamente merodeando/ manito, pelota, andrajo/ barro, potrero y umbral/ entreverados cachorros en las bolsas de arpillera/ ifigenias, jesucristos, perritos a la perrera. (Susana Cella, Entrevero)

20 agosto 2008


Desojado, en la moledora con esclavos/ te estás perdiendo,/ de vista te quedás/ en el bracito de río, riachuelito/ miniatura donde lo disperso en el aire es sólido. (Susana Cella, “Requecho”, en Entrevero)

18 agosto 2008


Lo jodido con esta agua corriente/ es que ella cava en nosotros hasta/ el puro hastío el insondable silencioso hastío/ un festín para eso que uno llama alma/ por defecto porque el alma es ese defecto/ que hace hablar que hace esperar y/ que hace mirar sin ver la nada (Ludovic Janvier)

17 agosto 2008


Como si al sacarse un par de zapatos embarrados alguien creyera que se ha librado de la humedad y la suciedad sin siquiera ocurrírsele que, a través de las medias y aun de las plantillas de esos mismos zapatos, se han colado el agua, la tierra, las porciones de microbios, y que han penetrado, antes de que tenga tiempo de ir a lavarse, por la misma razón de deshacerse esa mugre, las plantas de los pies, en la carne, pasando más allá de la piel para seguir hasta calar en los huesos, el resto, que no por menos grueso que la capa de barro inicial sino, al contrario, por mucho más fluido e impalpable, fácilmente se abre camino para adentro. (Susana Cella, Entrevero)

16 agosto 2008


Certeros y potentes olvidaron/ las mudanzas de los tiempos/ los precarios andares de los hombres/ la sospecha y la emoción de cada día/ eventual de hábito y vacilante compañía,/ el origen del cruce/ el tributo al azar,/ la venturosa línea del horizonte lleno/ y sin manos en la masa/ divagan el camino escaso/ de magníficos mojones desprovisto. (Susana Cella)

15 agosto 2008


¿Para el espíritu?: la máxima ferocidad/ de una aristocracia con la mágica/ ferocidad de una bondad./ Con el desamparo y la contra-humillación. (Madariaga)

14 agosto 2008


El fulgor no es luz que se propaga/ Como el aura sólo arde/ en torno del cuerpo que la emana// Inútil por lo tanto/ el magro esfuerzo de retacearle/ a un cuerpo que aun en ceniza/ no es sino brasa siempreviva,/ el aura para sí conquistada/ a fuerza de pura pasión indomable. (Susana Cella)

13 agosto 2008


Rescatar las palabras, incluidas las "viejas palabras" (y sobre todo "las viejas palabras"), sin apegarnos supersticiosa o idolátricamente a esas u otras palabras, no importa si viejas o nuevas: condición para pensar lo político de aquí en adelante y actuar en consecuencia. Y no sólo lo político.

12 agosto 2008


Piensa en tus muecas de loco entre tus paredes/ en tu pasión de niño castigado por hacer nada/ en la vergüenza de tu nombre vergüenza de hablar/ en tus alaridos de rabia en dirección del mundo/ en tus largos pedos las noches de contrariedad/ en el desespero de jamás llegar a ser tú mismo/ en todos esos fracasos pinga en mano bellamente asombrado/ en los hombres evaluados de reojo todo el encono/ en tu deseo de morder a veces en carne viva/ en tus sobresaltos de miedo al menor ruido en el silencio/ en tus adioses de cobarde a las mujeres abandonadas/ en tus injurias en secreto a los contradictores/ en los bichos machacados en tus patadas al perro/ en tus paradas frente al espejo murmurando pobre huevón/ entonces suavecito con el ángel eh suavecito (Ludovic Janvier)

11 agosto 2008


Porque el viejo fascismo, si bien a través de la degeneración retórica, distinguía; mientras que el nuevo fascismo –que es totalmente otra cosa– ya no distingue, no es humanísticamente retórico, es norteamericanamente pragmático. Su fin es la reorganización y la homologación brutalmente totalitaria del mundo. (Pasolini)

09 agosto 2008


El mal existe. No me gusta esa palabra, preferiría no usarla, pero no encuentro otra que encaje mejor con “eso” que no sólo efectivamente existe sino que, además de importante, es insoslayable: ahí está. Algo, una fuerza, digamos, una potencia, un germen que se asienta en las almas y las domina, las orienta, las empuja en cierta dirección y les hace sentir que eso que les sugiere al oido las convertirá en entidades superiores, por encima de la vulnerable condición humana. Los adolescentes que en Resistencia salen en 4 x 4 a “cazar pobres” para cagarlos a cinturonazos, filmar la hazaña y subirla a la web, las patotas de la Juventud Cruceña moliendo a patadas a los indios por ser indios, o humillándolos al obligarlos a desvestirse ante una multitud excitada por el espectáculo, igual que los chicos de la Liga Patriótica que acá, durante la Semana Trágica, se divertían matando o torturando a anarquistas y judíos, o la cacerolera de Santa Fe y Coronel Díaz vociferando que “a esa montonera hay que matarla”, o el promisorio heredero de la aristocracia alemana que, al ingresar a la juventud nazi, en La caída de los dioses, anunciaba haber ganado el derecho a hacer lo que quiere, como quiere y sin que nadie le pueda poner límites.
Los odio, no hace falta aclararlo, los odio más de lo que podría odiar a cualquier otra clase de personas. Mejor dicho: más que a ellos mismos, odio la facilidad con que se dejan atrapar por eso que sólo puedo llamar “el mal” y con que ceden ante el mal cualquier posibilidad de hacer uso de algunas facultades que su propia condición humana les dio. No hay placer más alto e irreemplazable ni experiencia más completa que destruir, humillar o producir sufrimiento a quien es diferente (en lo que sea: raza, clase social, tribu urbana o nivel económico). No sólo eso es lo que propone el mal: lo ofrece servido, al alcance de la mano. Realmente nos lo ofrece y lo que ofrece no es de ninguna manera poca cosa: la posibilidad de ser Dios. Por un rato inolvidable e inmortal, ser Dios: poder aniquilar a los otros no sólo sin culpa sino con orgullo y satisfacción por haber alcanzado ese lugar divino, a cargo de las vidas y las muertes, sentirnos voluptuosamente capaces de hacer lo que nos venga en gana con el disponible cuerpo ajeno, satisfacer la necesidad de mostrarnos a nosotros mismos que podemos violar más de una ley sagrada sin castigo ni culpa y de manejar a nuestro arbitrio ciertas carnes y ciertas almas, poder gozar la sensación de estar exentos de las interdicciones al crimen que fundan la cultura (Freud). Es un lugar tentador y fascinante, por absoluto y pleno, en cierto modo envidiable; y, como en todos los casos, acceder a esos lugares tiene un precio: qué abandonar, qué dejar de lado. Porque siempre se renuncia a algo, y uno, dotado al fin y al cabo, según se dice, de libre albedrío, decide siempre a qué renuncia para acceder a qué, hasta donde se lo permita su capacidad intelectual, los condicionamientos del ambiente en que se mueve y/o los valores que le inculcaron o con los que se identifica. Estar por encima, sín límites, haciendo lo que a los demás les está vedado, situarse más allá: no acceder a sentirse salvajemente dioses, cuando esa posibilidad se presenta, puede equivaler casi a dejarse morir, a convertirse en una pura nada. ¿Será por eso que lo hacen, de tan acosados que se sienten por la evidencia de ser pura nada? Tiendo a pensarlo, pero mejor no simplificar: por el motivo que sea, lo hacen, y nada me resultaría más placentero que reventarles la cabeza, hacerles probar su propia medicina, que pidan perdón lamiendo el suelo y comiendo mierda un minuto antes de recibir el escopetazo que esparza infinidad de partículas de sus podridos cerebros por las paredes y el piso. Es otro de los efectos del mal: nos contamina, es contagioso y ahí es donde tienen que entrar los sistemas de resguardo y decir “no, pará: acá lo que corresponde es justicia”. Y no porque ellos, la soberbia lacra, no se merezcan esas maldades y otras que uno imagina, sino porque engancharse en la embriaguez en que nos sume esa fantasía justiciera nos limita y empobrece tanto como quedan empobrecidos ellos y, sobre todo, porque entre la fantasía que promete los goces más plenos y el acto que la realiza hay una instancia a la que no voy a renunciar, porque ahí se juega la vida que quiero. Quiero decir: no se trata, al fin y al cabo, de darme el gusto. Nunca se trató de eso.

08 agosto 2008


Hasta 1946 intentaba saber para estar en disposición de poder. Luego me di cuenta de que estaba haciendo un camino falso. Pero quizá no haya más que falsos caminos. Es necesario encontrar la mala ruta que nos convenga. (Beckett)

02 agosto 2008


Las necesidades creadas por el viejo capitalismo se parecían mucho a las necesidades primarias. Las necesidades que el nuevo capitalismo puede crear son total y perfectamente inútiles y artificiales. He ahí por qué, a través de ellas, el nuevo capitalismo no se limitaría a cambiar históricamente un tipo de hombre sino la humanidad misma. Cabe añadir que el consumismo puede crear "relaciones sociales" inmodificables, o bien creando, en el peor de los casos, en lugar del viejo clérigofascismo un nuevo tecnofascismo (que podría realizarse sólo con la condición de que se le llamase antifascismo), o bien creando como contexto de su propia ideología hedonista un contexto de falsa tolerancia y de falso laicismo, de falsa realización, es decir, de los derechos civiles, que en realidad es lo más probable. (Pasolini)

01 agosto 2008


Increíbles poetas entre nubes de sangre/ Salvando a medias la verdad, dejando el resto/ A la convicción del crimen general/ Como un error que debe soslayarse. Cómo/ Consiguió la belleza aislar las rosas,/ Construir un recluso jardín incorrupto/ Y dar materia a este cantor eterno./ Pero la estúpida crueldad y el martirio/ No fueron cosas transitorias ni objetos irreales/ Que pueden apartarse como una falla terrestre,/ Una fractura en la roca, un paso en falso en el mundo./ Aquí están todavía, no en el mito/ Y a su manera se empeñan en dar música./ Las cuerdas siguen sonando en medio de la masacre;/ La vida corporal de esta madera finamente curvada/ Es aceptada como un triste conocimiento./ El laúd rescata un engaño hasta el fin de los tiempos. (Giannuzzi)