29 julio 2006


En medio de una luz que es/ clara y de otra que es la maldad en persona/ busco un estribillo. (Amelia Rosselli)

28 julio 2006


Lo obvio no es necesariamente lo normal; la moda se impone y deforma, la mayoría cae dócilmente en las exigencias contemporáneas y a los ojos del verdadero observador esto demuestra sólo una alta capacidad de insignificancia. El peligro es que, al buscar describir lo normal, un hombre termine por pintar lo nulo y escriba la novela de la sociedad en lugar del relato del hombre. (R.L. Stevenson, Ensayos)


Instalar fuerte alguna imagen de uno en el horizonte de los otros, como para que no puedan no tenerlo a uno en cuenta: tal la tarea que nos impone la enfermedad profesional que empobrece, además de nuestras vidas, nuestro trabajo.

27 julio 2006


Como una pintura. Se fue achicando como cuero seco/ no lo tiró la mar alta, ni una ola redundante, no/ fue la luna, el rayo fulminador, la explosión,/ la justa ira./ Como una pintura se fue borrando/ flor de un día, y sin embargo/ se ve en la playa la arena removida,/ el perfil de una torre en la niebla,/ las siluetas dormidas se ven,/ como un hielo al sur, un glaciar al mediodía/ el castillo de arena gruesa,/ el agua que lo honra, una/ nube de pigmentos frescos/ una resurrección prometida. (Susana Cella)

25 julio 2006


Noviembre (5). Agua lenta y charcosa hoy. Paso/ como si hubiera otra agua atrás, palabras,/ o ahí adelante. ¿No hay/ más palabras? Ramas de/ paraíso en vidrio curvo, agua, ruido/ de lo que cae, que pasa. ¿Como/ los ríos hacia el mar? No el alma. (En la resaca)

22 julio 2006


Incapaz de funcionar el control del televisor y comprobado que no era un problema de pilas, hubo que recurrir al control de la video, que en comparación con el del televisor es incómodo, lento y no puede hacer nada con el volumen del sonido, tampoco prender ni apagar. Había que reparar el control y fui: en tres días lo hicieron, me dijeron que había quedado nuevo, pagué y, bastante satisfecho, lo traje y funcionó bien hasta hoy, tres días después, en que se muestra tan inútil como hace casi una semana. Hay garantía, pero es sábado a la tarde, así que hasta el lunes por lo menos la perspectiva es otra vez la video y tener que levantarse de la cama para subir o bajar el volumen o apagar. Urgente, a comprar entonces un control universal, General Electric, precio aceptable, acá cerca en la farmacia (en tiempos de globalización venden controles remotos en las farmacias). Lindo, se adapta bien a la mano, la verdad que muy cómodo, el problema es que no funciona, al menos con este televisor. Algo que tiene que ver con códigos según creo entender, pero las instrucciones para poner el código me confunden más de lo que me aclaran, puede que sea un impedimento generacional, y, después de horas de prueba, renuncio, como también a las ganas imperiosas de tirar el general electric a la basura. Ante los ojos, gris como el cielo de este sábado y como el propio control universal, el panorama que promete este fin de semana dice uso manual o vía videocasetera: a todo aprende uno a resignarse. Las bombas, mientras tanto, siguen cayendo allá, deshacen lo que costó años y trabajo construir, y matan, cada vez matan más, y, según lo que se anuncia, no sólo a la agresión no piensan pararla sino el proyecto es llevarla a fondo, parece que con el ingreso de tropas, hasta el aniquilamiento total de Hezbollah, que, casualmente o no, no parece en nada afectado en su capacidad agresiva por tamaña blitzkrieg, como si la estrategia estadounidense-israelí fuera tan boba que no alcanza a percibir que aquellos a los que realmente aniquila son otros. Salvo que sí, que lo sepan y lo hagan igual, ellos sabrán por qué. Uno, entonces, escribe algo en un blog, firma y difunde declaraciones y, a solas en conversación con su mujer, se enfurece, putea, muestra desesperación, porque es realmente desesperación lo que siente, pero ellos, los que reciben las bombas y recibirán pronto a las tropas invasoras, o ya las están recibiendo, no sufren una desesperación como esta, sufren otra cosa. No sé en realidad qué o cómo sufren, no consigo imaginarlo ni podría por más que intentara. Anoche soñé que mi padre y mi madre, muertos hace un año y dos, respectivamente, no estaban muertos, los habían sacado de la tumba y estaban vivos aún, pero mal, y yacían en sendas camas de una clínica esperando el momento de morirse, esta vez sí, definitivamente, y yo me decía que haberlos creído muertos fue un sueño extrañamente real. No había nada siniestro ni dramático en la escena, hasta había algo de ternura en el modo en que mi madre, flaca, consumida, sin fuerzas, me miró y me dijo algo, no sé qué. Sólo había un aguardar que naturalmente las cosas ocurrieran cuando llegara el momento, tristeza, y no mucho más que esperar de nada.

19 julio 2006


Suele decirse que una imagen vale por muchas palabras. Pero esta torpe simplificación no puede decirnos cuáles son las complejas relaciones entre ambas. También suele decirse que una frase terminante vale más que densas elaboraciones conceptuales. Este es otro error evidente, puesto que si suscintos chispazos verbales quedan en la historia, es porque sustituyen y a veces clausuran las aventuras del pensar, que se origina siempre en infinitos y callados argumentos. (Horacio González, Escritos con carbonilla)

18 julio 2006


No hay tibieza, no hay reparo. Las esquirlas llegan hasta acá y se clavan, pero no es cierto que uno sangre, los que sangran son otros.

16 julio 2006


Pero también sabemos que ningún hecho social tiene un sentido inmanente. Que los modos de apropiación son diversos y son, ahí nomás, la arena de la lucha por el sentido (y que esa lucha por el sentido no es mero juego de palabras, las más de las veces)./ También sabemos que en toda fiesta popular están presentes las estrategias hegemónicas del poder y las contrahegemónicas de esos sujetos tan inasibles que estarían de un otro lado./ Sabemos todo eso por que nos lo ha enseñado la vida, alguien nos lo dijo o lo leímos en alguna parte./ Sabemos que quedarse en un único estado de espíritu es condenarse, sobre todo si es un estado narcótico, sabemos que la vida no es joda y que, como dice el pensador contemporáneo Don Mario Pergolini, hay mucho garca suelto./ Pero también sabemos que no podemos andar por ahí con el dedo en alto todo el tiempo. Que a veces hay que tener la fiesta, porque para la fiesta nunca será el momento si hemos de esperar que la realidad la autorice./ Que nadie me trate de ingenuo por enfatizar este costado: son las dos caras de la moneda y cualquier pretensión por reclamar el predominio de la aproximación crítica o de la ingenua es simplificar flagrantemente la ponderación de la cosa. (Glosa)

15 julio 2006


Como la carne de paloma en el asfalto, carne/ de cuerpo de animal humano, quemada,/ carne de pura materia amputada,/ viva o muerta, chorreante,/ y humo y escombro, y letras en/ la pantalla (blancas) explicando todo. (En la resaca)


14 julio 2006


Junio (3). En la vidriera un crucifijo, unas cajitas labradas,/ un dragón bajo la lanza, una mujer de azul/ que emerge de olas de agua plástica, unos signos orientales,/ un buda gordo en oro falso,/ y, un poco más acá, el vidrio, autos en el/ apenas perceptible temblor del vidrio, transeúntes/ desdibujados, música del pasar de las cosas/ que pasan sin más. Potes con no sé qué, temblor/ del paso del mundo acá, su reflejo rápido. (En la resaca)


Pensamos para acabar con el pensar. (Murena, citado por Eduardo MacLean)

13 julio 2006


“Creo en el derecho a la desinformación propia” (Genovese). Eso: el derecho a estar desinformado frente al derecho o deber de informarse, aunque sea para contrapesarlo, y, en la franja que se abre, poder pensar y ver. No en función de nada: pensar y ver.


No es/ que no hayamos estado en la fiesta; es que nos quedamos/ para limpiar y ser testigos/ de lo que hace la luz con los restos. (Rubio)

12 julio 2006


Todo terminó, por supuesto*: ya nunca más eso que era antes el cielo, ya no el mar, ya no más el estremecimiento al percibir que uno acaba de traspasar la noche y está asistiendo a la madrugada en una ciudad desierta. Pero algo queda, que tal vez no corresponda llamar "memoria" o "nostalgia", una marca en la línea del horizonte, inevitable hasta para el que se propone no tenerla en cuenta. Algo pasó, algo fue cierto, algo en algún momento se abrió y de algún modo sigue abierto, aunque después hayan venido a taparlo o desmentirlo los escombros y nada de lo que uno mira o toca sea otra cosa que escombro, inexorabilidad. No se trata de un no renunciar, se trata de que está ahí.


Una palabra que le gustaba a Saer: turbulencia. Otra: traspapelado.

11 julio 2006


Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; intento sobornarte con incertidumbre, con peligro, con derrota. (Borges, en traducción de Zaidenwerg)


Una ventaja de no creerle a nadie: uno descubre que hay cosas que se imponen por sí mismas, o por alguna razón que alguna vez uno se pondrá a averiguar, si quiere.

10 julio 2006


¡Todo es santo! No hay nada de natural en la naturaleza, mi muchacho, no lo olvides. Cuando la naturaleza te parezca natural, todo habrá terminado y empezará otra cosa: adiós cielo, adiós mar. (El centauro a Jasón en Medea, de Pier Paolo Pasolini)

09 julio 2006


Ganas de romper el monitor de un sillazo, ira que se agolpa en el cerebro, al ver que otra vez, como un virus, en un mail viene esa inscripción irreparable, “jaja”, o “ja ja ja”, siniestra como el retorno de un mal sueño. Innecesario y bobo como la palabra “risas” puesta entre paréntesis en las entrevistas, el “jaja” irrita más porque ya no se trata de darle las cosas servidas al anónimo comprador de una revista o un diario (el periodismo, porque ese es su negocio, tiende a suponer que está dirigido a minusválidos intelectuales), sino de la imbecilidad irrumpiendo en el espacio de los intercambios personales, anegándolo y contaminando todo con su melaza insípida. “Derrota”, “derrota”, anuncia un click en la cabeza. A la manera del degradante “it's a joke” de las comedias yanquis, alguien que se escribe con uno considera necesario advertirle, después de haber expresado algo que aspira a ser gracioso o intencionado, "no te confundas, no te lo estoy diciendo en serio", indicando así que no lo considera a uno capaz de advertir que era una broma, o dando cuenta de la atmósfera autista en que tienen lugar las lecturas, esa babélica guerra tácita de todos contra todos. O, viéndolo de otro modo, ¿se da cuenta ese que me escribe “jaja” hasta que punto, al poner “jaja”, desestima su propia capacidad de cargar de sentido a una frase o de permitir que sea la disposición del discurso la que sugiera, hasta donde se pueda, las connotaciones? ¿Se da cuenta del respeto a sí mismo y a su interlocutor que implicaría aceptar que tal vez las connotaciones no se alcancen a percibir, que algo no se pueda transmitir, y que eso no obsta para que se dé el intercambio? Suponiendo que no, que no se da cuenta (ya que, en caso de darse cuenta, la relación conmigo que estaría planteándose sería una relación de mierda, una relación en que al menos uno de los dos es un ser despreciable, o los dos), lo que sintomatiza entonces es un modo de entender la condición humana que, si llegara a imponerse todavía más, lasciate ogni speranza, que se lo coman todo y acabemos. Una condición radicalmente autolimitada, apegada a la literalidad más chata, inepta para entender nada que no esté sobreexplicitado y subrayado, si es posible a los gritos y con cartelitos de aclaración, como si la vida en el mundo no fuera ya más que un omnipresente show de Tinelli. No es que sea una joya la vida en este mundo, pero el absurdo o el grotesco que la rige es de otro orden, digno de una atención más aterrada y/o desconcertada, y por eso respetuosa.


08 julio 2006

"Desescribirse por dentro", dice Omar Genovese. "Un proceso tedioso, aburrido, insípido. Pero indispensable. Trato de no informarme sobre lo inevitable que a todos involucra. (...) La existencia parece un proceso aleatorio del tiempo: lo que tiene que ocurrir será, a pesar nuestro."


O de más o de menos. Preferible de menos, sinó de más.


No resolver nada, que quede lo que tiene peso como para quedar. No a la tentación de completar. La teoría del iceberg de Hemingway o la de la rama cortada de Leónidas.



Gotas frías en hojas grises/ y el viento con acero de mayo./ Con minucia, el otoño/ perfora el corazón/ del verano enterrado entre las hojas podridas./ En la reunión del fin y del comienzo/ ¿quién verá en ese ramo de otoños y veranos/ la caída del agua, la tensa vibración/ de la hoja, para decir después su resplandor/ con qué palabra? (Saer, en Valer la pena)

Como raíces salvajes. Sin fruto,/ sin semillas. Así/ se pudren las palabras.// Y sólo un vago hedor o aliento/ sobrevive. Así/ perduran las palabras.// Como un salmo sin dios en el vacío. (Guillermo Boido)


Dejar que sobrevenga y después ver, tal vez, qué se hace, tal vez nada.

07 julio 2006


"No un desafío sino una aventura". Un dejar que sobrevenga lo que sea, un no saber, un no tener nada que decir, un estar ahí en ese momento.

"¿No hay una sospechosa sintonía entre la apoteosis de la premodernidad (simpatías por lo grotesco, la risa, la parodia, la locura, la fiesta dionisíaca, etc., como formas de redimir a una intelectualidad europea siempre moderna y por lo tanto sospechosa de centralismos, colonialismos, genocidios, avasallamiento de singularidades e identidades culturales locales, etc.) y la cultura posmoderna del nuevo capitalismo integrado? ¿Hay alguna alianza entre lo imaginario popular indiferenciado, no marcado, y la dinámica horizontal y brutal del capital contemporáneo, con su circulación asimbólica de dinero y mercancías, de cosas, de palabras, de sexualidades, de terapias? ¿no son acaso las máquinas, los objetos parciales o las esquizias de Deleuze y Guattari, perfectas metáforas de esta dimensión económica sin Estado, de estos procesos primarios de intercambio de mercancías? ¿No ha costado demasiado caro ya (por lo menos al Tercer Mundo occidental, y más específicamente a las antiguas colonias europeas en Latinoamérica) toda esa lucha intelectual vagamente anárquica contra el centralismo del Estado? ¿no se ha extendido este malentendido ya por demasiado tiempo?" Daniela Gutiérrez, en Nación Apache.


"En tiempos en que el capitalismo clásico se abría en instancias políticas, regulatorias o legislativas y era necesaria una administración centralizada de las relaciones mercantiles entre los hombres (digamos, el Estado), podíamos separar una esfera política, jurídica o cultural de una estrictamente económica. En todo caso podíamos decir que tal o cual forma jurídica, política o cultural se correspondía con o derivaba de tal o cual arquitectura económica. Era un rasgo propio de la modernidad. Con la supremacía del neoliberalismo y del capitalismo global integrado, capitalismo típico de las comunidades protestantes sin Estado, con instancias regulatorias ínfimas de la actividad económica y la deización del juego del mercado y las leyes elementales de la oferta y la demanda, la esfera político-cultural y la económica tienden a ser una: la cultura deviene una especie de residuo de la circulación del capital, es la contemplación, extática o irónica, de la propia circulación del capital. El resultado es una especie de estetización o ecologización (posmoderna, por decir algo) de la vida social. El capitalismo ya no se liga necesariamente con poderes despóticos o tiránicos o con conservadurismos recalcitrantes morales o raciales: el capitalismo contemporáneo de hiperconsumo hace sus alianzas más eficaces con formas superlativas o extáticas de la democracia, con el liberalismo, la tolerancia y la celebración de lo diverso." Daniela Gutiérrez, en Nación Apache.

06 julio 2006


Sin fe ni maquillaje,/ ya lista para el viaje/ que te lleva hasta el color/ final. (Homero Expósito)


Solo, con casi nada, en medio de un páramo sin límites a la vista, sin saber qué hacer ni para qué. Por más imposible de soportar que sea esa angustia, es una bendición. Sobre todo frente a la otra angustia, invisible por lo general, vivida como un deleite o un bien, la de no poder salir del juego.


Para un perfil de "el enemigo": el que dice yo hago lo que quiero, el que hace lo que quiere, el que puede hacer lo que quiere, el que cree que puede hacer lo que quiere.

05 julio 2006


Broken bicycles,/ Old busted chains,/ With busted handle bars/ Out in the rain./ Somebody must/ Have an orphanage for/ All these things that nobody/ Wants any more/ September's reminding July/ It's time to be saying good-bye. (Tom Waits)


"Yo soy el dueño y hago lo que quiero", le dijo a Norberto Trinchieri, al despedirlo.


Una palabra que usaba Viñas en Dar la cara: lamparones.


Y tal vez algo que antes no estaba.


Acerca de la vez en que se encontraron Néstor Sánchez y Borges (recuadro en Perfil del domingo): "un duelo entre un hombre que supeditaba todo a la escritura y otro capaz de dejarla para interrogar al mismísimo silencio".


Nada queda, es cierto. ¿Nada? Es un decir: restos quedan, resaca, no es poco.