12 julio 2006
Todo terminó, por supuesto*: ya nunca más eso que era antes el cielo, ya no el mar, ya no más el estremecimiento al percibir que uno acaba de traspasar la noche y está asistiendo a la madrugada en una ciudad desierta. Pero algo queda, que tal vez no corresponda llamar "memoria" o "nostalgia", una marca en la línea del horizonte, inevitable hasta para el que se propone no tenerla en cuenta. Algo pasó, algo fue cierto, algo en algún momento se abrió y de algún modo sigue abierto, aunque después hayan venido a taparlo o desmentirlo los escombros y nada de lo que uno mira o toca sea otra cosa que escombro, inexorabilidad. No se trata de un no renunciar, se trata de que está ahí.