"¿No hay una sospechosa sintonía entre la apoteosis de la premodernidad (simpatías por lo grotesco, la risa, la parodia, la locura, la fiesta dionisíaca, etc., como formas de redimir a una intelectualidad europea siempre moderna y por lo tanto sospechosa de centralismos, colonialismos, genocidios, avasallamiento de singularidades e identidades culturales locales, etc.) y la cultura posmoderna del nuevo capitalismo integrado? ¿Hay alguna alianza entre lo imaginario popular indiferenciado, no marcado, y la dinámica horizontal y brutal del capital contemporáneo, con su circulación asimbólica de dinero y mercancías, de cosas, de palabras, de sexualidades, de terapias? ¿no son acaso las máquinas, los objetos parciales o las esquizias de Deleuze y Guattari, perfectas metáforas de esta dimensión económica sin Estado, de estos procesos primarios de intercambio de mercancías? ¿No ha costado demasiado caro ya (por lo menos al Tercer Mundo occidental, y más específicamente a las antiguas colonias europeas en Latinoamérica) toda esa lucha intelectual vagamente anárquica contra el centralismo del Estado? ¿no se ha extendido este malentendido ya por demasiado tiempo?" Daniela Gutiérrez, en Nación Apache.