25 mayo 2015


Las riquezas agigantadas en pocos individuos son como el agua estancada que pudre los demás sectores de la vida. Mariano Moreno


14 mayo 2015


Lo único que importa en la poesía es que, a veces, tus ojos se encuentran con unas palabras, o tus oídos, y algo pasa, inusitado, que no alcanzás a saber bien qué es, ni hace falta saberlo. Todo lo demás es simulación, farsa, hipocresía, relaciones sociales, entretenimiento, vanidad, ejercicio de competencias profesionales, modos de hacer carrera y/o de escaparle a la soledad que nos constituye.


12 mayo 2015


Cuando uno intenta hacer las cosas bien, ese rol crítico surge de un modo casi inevitable, muchas veces por mera incompetencia ajena. Aníbal Cristobo


11 mayo 2015


El respeto, si no queda reducido a un gesto piadoso con los mayores o de cuidado ante la autoridad institucional, podría ser proximidad receptiva con lo que no se entiende. Respeto: hospitalidad con lo no conocido, deferencia con la diferencia, estima por lo extraño. El entusiasmo por las ideas, el deseo de pensar de otro modo, la fogosa inconformidad con lo existente, todo eso no pide acatamiento ni repetición, sino respeto. Marcelo Percia


08 mayo 2015


Quién establece el sentido de las palabras y para qué. En eso al fin y al cabo consistiría, si es que el término tiene alguna validez, la tan mentada “batalla cultural”.


05 mayo 2015


¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí? Groucho Marx


04 mayo 2015


La memoria sufre accidentes cada vez/barre continuos y pasa de su centro activo a desarticulaciones de las máscaras. Sangra como sangra el mundo y sus certezas caen en cal viva. En el olvido de olvidar no hay descanso, el que murió muere otra vez y golpes lívidos cocean a las conjugaciones de la fuga. Saliva fría de la hoguera donde arden los que arrancaron la hoja blanca. En las bondades del engaño se pudren los ciclones. El amor gira y gira en el círculo más ciego, lo único que queda. Juan Gelman


01 mayo 2015


A través de la mediación de la sociedad total, que invade todas las relaciones y todos los impulsos, los hombres son reducidos de nuevo a aquello contra lo cual se había vuelto la ley de desarrollo de la sociedad, el principio del sí mismo: a simples seres genéricos, iguales entre sí por aislamiento en la colectividad coactivamente dirigida. Los remeros, que no pueden hablar entre sí, se hallan esclavizados todos al mismo ritmo, lo mismo que el obrero moderno en la fábrica, en el cine y en el transporte colectivo. Son las condiciones concretas de trabajo en la sociedad las que imponen el conformismo, y no las influencias conscientes que, adicionalmente, harían estúpidos a los hombres dominados y los desviarían de la verdad. Theodor W. Adorno