09 octubre 2013


La escritura se opone a lo que la vuelve pública, sin embargo invoca a ese público, a esa publicación. Una vez que se ha vuelto pública, la escritura deja de pertenecer a la escritura. Se invoca a sí misma, a través de su lector. Al llevarla más allá de sus límites, la publicación refuta a la escritura. La escritura refuta a la publicación, que la condena a desaparecer, al olvido. Presiento, en este juego de contradicciones, el alba de una regla que podría cambiar la situación social. (Bernard Nöel)