La escritura se opone a lo que la vuelve pública, sin embargo invoca a ese
público, a esa publicación. Una vez que se ha vuelto pública, la escritura deja
de pertenecer a la escritura. Se invoca a sí misma, a través de su lector. Al
llevarla más allá de sus límites, la publicación refuta a la escritura. La
escritura refuta a la publicación, que la condena a desaparecer, al olvido.
Presiento, en este juego de contradicciones, el alba de una regla que podría
cambiar la situación social. (
Bernard Nöel)