30 noviembre 2013
Hace tiempo escribí que la poesía es el intento de preguntarle a las palabras qué somos. Esto responde, quizás imprecisamente, a la pregunta acerca de quien habla en el poema: ante nuestros requerimientos, hablan palabras previamente resignificadas por el poeta. Todo poeta escribe, en primera instancia, para sí mismo; y, por añadidura, para el poeta que se sospecha hay en cada lector. La lectura de la poesía tiene rasgos distintivos, pues en ella no hay trama, argumento o tema. Uno se juega allí lo mejor que tiene sin apelar a recursos ajenos a la palabra misma: compromete todo su ser en ese acto. El lector re-crea, re-escríbe el poema; por consiguiente, en un mismo texto conviven tantos poemas como lectores-poetas: leer en profundidad es dar vida propia y singular a ese organismo que el poeta ha creado para que hable con nosotros. Y en ello reside la suprema fraternidad de la poesía: potencialmente, un mismo texto ofrece identidad a cada hombre en particular, es decir, a todos los hombres. Un poeta es alguien que, al escribir para sí, escribe para todos. (Guillermo Boido)
29 noviembre 2013
28 noviembre 2013
San Juan de la Cruz ha estado presente en mí en un período de crisis −alrededor de los veintidós años− en el que me invadió lo que llamaría el malestar de la razón insuficiente: la necesidad de una vivencia trascendente. Por otra parte estaba inmerso entonces en la lectura de León Bloy y en mi obsesión por esa frase: “Todo es adorable”. Es un postulado que puede merecer una réplica extemporánea si pensamos en la historia y sus genocidios, pero naturalmente se trata de otro nivel de realidad. En Walt Whitman, otra de mis pasiones, esta frase tendría una interpretación celebratoria, y Bloy habla desde su condición de católico absoluto. Pero ambos afirman una redención para todo lo que sucede y me conmueve también la intransigente iracundia de Bloy. (Joaquín Giannuzzi)
27 noviembre 2013
¿Mística? ¿Inmersión en lo absoluto? Es demasiado en lo que a mí respecta. En realidad experimento el sentimiento dramático de la poesía en el sentido de que me abre una rendija, una expectativa posible de instalar una fe en lo desconocido. Por eso siento que la poesía no concluye en ella misma, es decir, limitada al ámbito estético, sino que se proyecta a la región de lo secreto librando la batalla de tener razón contra la muerte y el sinsentido. (Joaquín Giannuzzi)
26 noviembre 2013
22 noviembre 2013
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