28 enero 2015


Lo crédulo del ojo flota en la pura tensión superficial:/ como un mosquito que camina en el agua, la mirada/ no entiende ni la profundidad ni la fórmula del mundo:/ una parte de luz diluida en noventa y nueve de sombra./ El ojo es flor carnívora que creció equivocada: muerde/ lo que no hay, y su dentellada engorda el ojo del amo./ Encandilados por esta fracción de luz, vamos de tumbo/ en tumba, pero es lo oscuro, su hambre gravitatoria,/ su vocación de grumo, lo que dice cómo y dónde caer./ Ceguera, ceguera y ceguera. El resto es lo que somos. Bruno Di Benedetto