29 julio 2007


El mar, hasta que nos acercamos a sus límites, es una cosa simple que se repite ola a ola. Pero las cosas más simples en la naturaleza no se abordan sin poner en ellas muchas formas, sin andar con muchos cumplidos, sin que las cosas más densas sufran un adelgazamiento. Por eso el hombre, y también por rencor contra una inmensidad que lo abruma, se precipita a las orillas o a la intersección de las grandes cosas para definirlas. Porque la razón se tambalea peligrosamente en el seno de lo uniforme, y se enrarece: un espíritu con ansia de nociones debe primero aprovisionarse de apariencias. (Ponge)