Flores que dían junto a/ la época de sucesos tristes/ tocan al sol como un saber. (Gelman)
31 enero 2010
29 enero 2010
A su vez, ser de izquierda es pensar que la explotación de la fuerza de trabajo y la ausencia de justicia no sólo siguen siendo un insulto de primer orden hacia la propia construcción de la subjetividad, sino que la brecha ontológica en la que el sujeto se constituye, la división incurable que marca su existencia con una singularidad irreductible, sólo puede ser captada en su “diferencia absoluta” por afuera y más allá de las jerarquías y divisiones instauradas por el poder del mercado. Por ello, el impensable fin del capitalismo, si tuviera lugar, sería paradójicamente el comienzo del viaje, el inicio de la afirmación tragicómica de la existencia, el “tú eres eso” de un sujeto por fin cuestionado, sin las coartadas burguesas que desde hace tiempo lo llevan inexorablemente a estar disponible para todo. (Jorge Alemán)
28 enero 2010
19 enero 2010
Un rostro al fin del día/ Una cuna entre las hojas muertas del día/ Un ramo de lluvia desnuda/ Todo Sol oculto/ Toda fuente de los espejos en el fondo del agua/ Todo espejo de los espejos rotos/ Un rostro en las balanzas del silencio/ Un guijarro entre otros guijarros/ Por las frondas de los últimos resplandores del día/ Un rostro semejante a todos los rostros olvidados. (Éluard)
17 enero 2010
Ya sean cómplices u hostiles al psicoanálisis, la literatura y la escritura elaboran un conocimiento arriesgado, singular y que se debe compartir sobre el deseo de sentido anclado en el cuerpo sexuado. Al hacerlo, la literatura –la escritura– jaquean al dúo metafísico razón versus fe, alrededor del cual antiguamente se constituyó la escolástica. Nos invitan a construir un discurso interpretativo, crítico y teórico, resultante de los avances de las ciencias humanas y sociales, y capaz también de implicar la subjetividad del intérprete mismo. ¿Cómo?/ Aquellos que se exponen a la experiencia literaria y, de una manera diferente pero cómplice, aquellos que se exponen a la experiencia psicoanalítica –o que simplemente están atentos a sus cuestiones centrales– saben que la oposición razón/fe o norma/libertad ya no puede sostenerse si el ser hablante que yo soy ya no piensa como dependiendo de un mundo suprasensible "con poder de obligación". También saben que ese yo que habla se devela a sí mismo en tanto y en cuanto se construye en un lazo vulnerable con un objeto ajeno, o un otro ek-stático, un ab-yecto: es la cosa sexual (otros dirán: el objeto de la pulsión sexual cuya "onda expansiva" es la pulsión de muerte). Ese lazo vulnerable con la cosa sexual y en ella –sobre el cual se apoya el lazo social o sagrado– no es otro que el lazo heterogéneo, la frontera misma entre biología y sentido de la que dependen nuestros lenguajes y nuestros discursos, los cuales han sido modificados por ella o que, inversamente, modifican el lazo sexual mismo. (Julia Kristeva)
15 enero 2010
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?/ ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?/ ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información? (Eliot)
13 enero 2010
Debemos saltar por encima de ese determinismo que nos asfixia sin perder de vista la dialéctica, muy argentina, entre catástrofe y esperanza, entre sueño utópico y realismo destructivo. En nuestra experiencia de los extremos, como diría Walter Benjamin, se encuentra el secreto de nuestra “verdad”, la iluminación de las oscuridades de un itinerario histórico extraordinariamente complejo y laberíntico. Leer los extremos, comprender esos permanentes deslizamientos hacia los contrarios, significa penetrar en los rasgos de esas tremendas oscilaciones que han marcado el ánimo argentino. Tal vez allí radique nuestra imposibilidad de permanecer impasibles ante el escándalo de la pobreza y la persistencia de la desigualdad; quizás ese sea uno de los motivos de lo específico de una historia atípica en la que el pasado sigue reclamándole al presente, imposibilitando que la lógica del olvido contribuya al definitivo despliegue de aquellas políticas dispuestas a inventar otra sociedad sustentada en el borramiento de lo mejor de nosotros mismos. Como si el recuerdo, persistente, de otro tiempo argentino –interrumpido violentamente por los poderosos de siempre– en el que la equidad y la distribución de la riqueza constituyeron experiencias materiales del pueblo, siguiera haciendo lo suyo y alimentando el caudaloso río de las demandas de igualdad y justicia social que no han dejado de habitarnos. (Ricardo Forster)
11 enero 2010
09 enero 2010
07 enero 2010
El lenguaje ha sido detonado por dentro. La Pirámide en su intencionada mudez no puede aceptarlo. No puede ser ella el sepulcro de la memoria del pueblo argentino y la pérdida de sus nociones orientadoras de progreso y crítica. No puede contemplar pasivamente el espectáculo de los que se frotan las manos cada vez que una porción popular se opone con masculladas injurias a las mismas medidas que objetivamente los favorecen. ¡Algo grave ha pasado! A la objetividad le falta subjetividad; a la intimidad le falta constitución pública efectiva. Una parte del país recibe con apatía lo que debía reanimarlo, y los que perciben su misión reanimadora cargan vacía, demasiadas veces, la mochila del largo plazo, del lenguaje material y efectivo de la promesa a ser cumplida. Precisamos ver nuevamente la política como promesa y proyecto. Y la precisamos ver todos, incluso quienes aún no sospechan que formarán parte del tendal de víctimas de los descabezadores y aplanadores que no se detendrán en un gobierno ni en un sector social –la historia argentina es pródiga en ejemplos–, a la hora de la cosecha y la revancha. (Carta Abierta / 7)
04 enero 2010
02 enero 2010
Así como la luz de una bujía/ de lejos, parece inmóvil, sin que siempre/ se advierta su oscilación roja o naranja,/ o como el peso del mar, sobre el que retoza,/ burbujeando, la espuma, hacia la cima,/ o como el latido del corazón en el pecho tranquilo,/ la vida bulle, silenciosa, en lo secreto,/ con otro movimiento,/ como un poeta desconocido por la ciudad a la que canta,/ su movimiento no es el que reconocen las multitudes,/ no es el del astro que rota,/ ni el del cuerpo que se levanta o cae, sino más bien es semejante/ a las ondas de la luz,/ a las invisibles ondas del sonido,/ infinitesimalmente gozosas.// Vibra todo, como cuerda pulsada de laúd y no se enteran los rotativos.// Todo latido es secreto. (Fina García Marruz)
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