02 junio 2010


Un gran poeta es alguien que ha producido textos capaces de dejar absorto, atraído y desconcertado a cualquiera que acepte enfrentarse al desafío del trabajo con la lengua y a los prodigios y revelaciones que en ese desafío se susciten, poner a prueba sus capacidades ante la extrañeza que ciertos trabajos con la lengua suponen. Ese “cualquiera” no existe sino en el momento de estar frente al texto, con el texto, en el texto, cuando le toca volver a escribir por su cuenta, en la lectura, lo que encontró escrito, no importa cuándo ni en qué lugar del mundo lo haga. No tiene localización geográfica, es en ese sentido universal. Como es universal la estupidez, tan presente en Andalgalá como en la calle Corrientes, en Park Avenue como en Río Gallegos, aunque la estupidez suela aferrarse a la localización geográfica y otras pequeñeces, para evitar, tal vez, el desconcierto, la puesta en crisis y la complejidad del placer que implica hacerse cargo en serio de la propuesta poética de un grande.