Los ojos caen, los primeros,/ como dos gotas de agua sobre la ardiente plancha del tiempo./ Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito./ Los diarios de la mañana vuelan en el viento silencioso/ sobre las verdes solapas de la siesta./ Y los fósforos duermen la noche de la caja cerrada,/ y de la bomba olvidada./ Los gérmenes de la ausencia, siguen devorando el espejo. (Ricardo Zelarayán)