Lo que hace poético a un texto o a una frase (o a lo que sea) es precisamente aquello que desafía al entendimiento, lo que le muestra al entendimiento sus límites. En realidad, cualquier cosa que valga la pena desafía al entendimiento: el amor, por ejemplo, o la muerte, o las razones por las cuales un individuo humano hace lo que hace. O cualquier cosa. Si la miramos o la pensamos bien, cualquier cosa.