21 enero 2012
Hay poderes en la vida intelectual, poderes de índole libertaria, que no por eso dejan de serlo. La diferencia con otros poderes –financieros, comunicacionales, políticos– es que podemos considerar que la forma eminente de la vida intelectual consiste en examinar de forma explícita los poderes que se poseen. Un grado mayor de conciencia sobre las formas disciplinarias o coactivas, que incluso pueden residir ocultamente en las callosidades de nuestro propio lenguaje, es lo que caracteriza la actitud intelectual. Ejercer la crítica se convierte así en una tarea de múltiple significación, pues implica necesariamente revisar el lado interno de nuestras manifestaciones públicas, esos recónditos cimientos que no siempre sabemos declarar como el obstáculo mismo que también nos habita. (Horacio González)