14 abril 2007


¿Es un destino del deseo puro, a fuerza de quemar los objetos, el de terminar extinguiéndose en un deseo de nada, deseo de muerte? No se entiende muy bien por qué tendría que ser así, y existen aún escrituras que asumen el riesgo más grave de todos, el del sentido en que el sujeto se juega su destino. Y a pesar de las imprecaciones y las siniestras profecías, la poesía amorosa no debería, aún menos que cualquier otra, ser llamada a desaparecer hoy en día, ya que en la era de la muerte de Dios, nuestra iluminación más accesible es profana. (Martine Broda)