14 junio 2007


No es la forma ni el sistema (valores positivos) lo que define a la literatura, sino ese menos donde se afirma y se funda. Una falta histórica, sociológica, psicoanalítica (para mencionar los saberes dominantes) que la revela como lo faltante del discurso social, como lo no-dicho del discurso colectivizado, como borde o excrecencia de lo pleno lingüístico. Palabra muda si las hay, convoca oídos sordos a la resonancia de lo "estético", a la "palabrería" de las lenguas convocadas, a la "charlatanería" de los discursos sociales, para abrirse a la significación profunda de aquello que la inaugura: la palabra-negada, arcaica, del deseo. Pero el deseo no es una categoría epistémica: es un dato originario, no está sometido a ninguna operación lógica. Necesita, exige, una lectura transferencial –a veces se llama pasión– en donde el sujeto se aniquila en el objeto. (Nicolás Rosa)