Hay un oficialismo de época. Se hospeda en el lugar del “opositor”, con sus gallardetes morales, su invocación de las libertades, pero protegido en su gabinete de “fierros mediáticos” y munido de las nuevas retóricas de la derecha. Puede ser hasta “progresista”, pero su idea del tiempo, del espacio, de la naturaleza, del cuerpo, de la vida, de las imágenes, de la palabra, del espectador, del lector, de la comprensión del arte, de las filosofías del sentido, todo ello es de derecha, esto es, lo que antemano descarta reflexionar sobre sus poderes y soportes, sobre sus subyacentes escaños autobiográficos y, como antes se decía, sobre las condiciones de producción de la existencia. (Horacio González)
24 junio 2009
Hay un oficialismo de época. Se hospeda en el lugar del “opositor”, con sus gallardetes morales, su invocación de las libertades, pero protegido en su gabinete de “fierros mediáticos” y munido de las nuevas retóricas de la derecha. Puede ser hasta “progresista”, pero su idea del tiempo, del espacio, de la naturaleza, del cuerpo, de la vida, de las imágenes, de la palabra, del espectador, del lector, de la comprensión del arte, de las filosofías del sentido, todo ello es de derecha, esto es, lo que antemano descarta reflexionar sobre sus poderes y soportes, sobre sus subyacentes escaños autobiográficos y, como antes se decía, sobre las condiciones de producción de la existencia. (Horacio González)