01 agosto 2013


Dos de los pensadores que más me gustan, porque me provocan pensar, son Badiou y Agamben. Curiosamente a ambos se les reprocha por cuestiones contradictorias: al primero porque emplea demasiados términos novedosos y acude a las matemáticas que casi nadie conoce; al segundo porque emplea textos de tradiciones venerables que casi todos los eruditos conocen y propone cuestiones que otros ya trataron antes. Sin embargo, entre lo nuevo y lo viejo, lo que motiva pensar es la singularidad de los trayectos; es el deseo lo que impulsa el deseo. Y nadie que se comprometa en tal vía idealiza nada; poco importan allí las personas y personajes que con ella la emprenden. Algo que los académicos, demasiado cultivados en el sentido común universitario y sus pujas narcisistas, detestan. (Roque Farrán)