¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,/ no ya de eternidad,/ sino de
esas cosas sencillas, como estar/ en la casa o ponerse a cavilar!/ ¡Y si luego
encontramos,/ de buenas a primeras, que vivimos,/ a juzgar por la altura de los
astros,/ por el peine y las manchas del pañuelo!/ ¡Más valdría, en verdad,/ que
se lo coman todo, desde luego! (
César Vallejo)