23 noviembre 2014


Como cualquier hijo del hombre, también he entrado un día en la Casa del Placer. La Casa del Placer es amplia y hospitalaria: en ella hay grandes toneles para los bebedores y lechos para los indolentes, En su interior se está a maravilla. Pero en la Casa del Placer hay una extraña costumbre, que no vi en parte alguna. El que consume el vino, debe apurar también las heces; el que come el racimo, debe comer también el escobajo, y el que ama a una mujer hasta devorar su carne, debe cargar después toda la vida ya con su esqueleto. Rafael Cansinos Assens