En la medida en que el periodismo es una mercancía que tenés que vender, y
que por eso volver competitiva en el mercado, no podés esperar que sea completamente honesto, o que cumpla del todo las funciones que, se supone, le corresponde cumplir al periodismo. Lo
mismo para el arte, la literatura, etcétera, tanto en sus relaciones con el
mercado de bienes económicos como con el mercado de bienes simbólicos.