Piedad para los equivocados, para/ los que apuraron el paso y los torpes/ de
lentitud. Para los que hablaron bajo tortura/ o presión de cualquier tipo, para
los que supieron/callar a tiempo o no pudieron mover/ un dedo; perdón por los desaires con
que me trata/ la suerte; por titubeos y balbuceos. Perdón/ por el campo que
crece en estos espacios de la época/ trabajosa, soberbia. Perdón/ por dejarse
acunar entre huesos/ y tierras, sabihondos y suicidas, ardores/ y ocasos,
imaginaciones perdidas y penumbras.
Francisco Urondo