porque nadie es hasta que abre/ la boca o la letra, y cae en el abismo, la abertura por la distancia/ el no puente, y siente al caos en carne viva, tras el esfuerzo y el/ dolor, el esfuerzo y el dolor de intentar decir y caer y caer y venir/ a darse cuenta de que el grito sería más: entonces el lenguaje se/ vuelve cicatriz, lugar que siempre será un límite, a la vez que/ marca que quema, individual, intransferible, entre la ima-/ gen objetiva y subjetiva del mundo, un camino imposible, un/ surco que marca un no camino, una construcción equivocada/ insuficiente: una auto herida que el hombre se ha hecho. (Ignacio Uranga)
30 agosto 2009
porque nadie es hasta que abre/ la boca o la letra, y cae en el abismo, la abertura por la distancia/ el no puente, y siente al caos en carne viva, tras el esfuerzo y el/ dolor, el esfuerzo y el dolor de intentar decir y caer y caer y venir/ a darse cuenta de que el grito sería más: entonces el lenguaje se/ vuelve cicatriz, lugar que siempre será un límite, a la vez que/ marca que quema, individual, intransferible, entre la ima-/ gen objetiva y subjetiva del mundo, un camino imposible, un/ surco que marca un no camino, una construcción equivocada/ insuficiente: una auto herida que el hombre se ha hecho. (Ignacio Uranga)
26 agosto 2009
Son ignorantes, Ignacio, sí. Pero no sólo ni principalmente porque no saben colocar los acentos ni les importa, o por el estrafalario uso que pueden dar a palabras como “estética”, sino por la maciza seguridad con que dicen lo que dicen, la impermeable inocencia con que dan por sentado que las cosas son lo que suponen que son, el hecho de que ni se les ocurra preguntarse qué será en realidad eso que están haciendo. Viven montados al “todo es así”, encantados con lo que llaman “la realidad”, porque tal como viene la mano les conviene o así lo creen, y entonces cómo se van a preocupar por los acentos o el sentido de la palabra “estética”. Son ignorantes porque la posibilidad de que alguna inseguridad les interrogue no entra en su horizonte y el saber no está entre sus inquietudes, o al menos deja de estarlo en el punto en que la inquietud por saber amenaza lo que tiene de halagüeño la realidad aparente. Y por eso también son, aunque declamen marxismo u otras posturas de izquierda, reaccionarios, derechistas de alma.
24 agosto 2009
22 agosto 2009
18 agosto 2009
Hoy la civilización es perfectamente compatible con el caos, con la ausencia de límite. A diferencia de antaño, ya no hay necesidad de un todo concordante, y ni siquiera se sueña con esa armonía; las multiplicidades inconsistentes pueblan el mundo. En la última parte de su enseñanza, Lacan vaticinó la crisis de los significantes amos y le dio nombre a un nuevo reino: el del no-todo. […] Laurent ubica un doble movimiento ante esa civilización dispersada: el empuje al todo y el empuje a la inconsistencia. Así arriba a la interesante idea acerca del paganismo contemporáneo, como aquel que busca la prueba de la existencia de Dios en la sobredosis. Tal exceso no se evidencia solo en la toxicomanía de las drogas duras: el sujeto puede matarse trabajando, elegir deportes peligrosos, viajes extraños, presentar una apetencia compulsiva por el riesgo, puede también optar por el suicidio colectivo, hacerse bomba humana, rodearse de dinamita, erigiendo así, en esa bacanal de la muerte, la figura de un Dios al que se le replica: “¿Por qué nos has abandonado?”. (Silvia Ons)
16 agosto 2009
El pecado es algo que no es, es algo que anti-existe. Está lleno de vacío. Es algo peor que la nada, porque la nada no existe y no es nada, pero el pecado es una nada real, y es una muerte viva. El condenado vive en un eterno estado de muerte y está condenado a ser eternamente nada. (Ernesto Cardenal)
14 agosto 2009
12 agosto 2009
10 agosto 2009
La ética se extingue cuando, lejos de ser la práctica de un poder, se circunscribe a limitar su ejercicio, delatándolo. La ética no es discurso aleccionador, más bien es por excelencia praxis, y ello remite a la raíz del vocablo, ya que ethos es costumbre depauperizada por la moral de los "valores". La separación entre ética y poder provoca la ineficacia de la ética y la deslegitimación creciente del poder. Es decir, una ética pura que no consienta en mezclarse con la conducción perece inevitablemente en la medida en que se divorcia del acto, y un poder sin ética es un poder sin autoridad. Podemos recordar aquí la observación de Lacan cuando dice que la impotencia para sostener una praxis se reduce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio de un poder. La ética, pues, no es palabra vana; ella abreva en el accionar mismo, y la expropiación de este real es fundamental para entender el poder sin legitimidad de nuestros tiempos, ya que tal sustracción barre el suelo que le daría autoridad genuina. Un mundo en el que los semblantes proliferan y carecen de consistencia, ya que no tienen la vida que les daría anclaje. (Silvia Ons)
08 agosto 2009
Finalidad de las apariencias. A mitad de camino entre la concesión y la protesta, expuesto a todos los excesos de la ingenuidad y el cálculo, este amigo verdadero, este amante fiel, este lúcido conocedor, es confundido a menudo con sus enemigos: el Narciso, el borracho y el inconsecuente. (Bayley, sobre el poema)
06 agosto 2009
04 agosto 2009
01 agosto 2009
La sospecha de que existe un abismo infranqueable entre lo que se dice y lo que se hace gobierna nuestra mirada frente a los otros. ¿A quién creerle si la impostura es la que rige el mundo? Lo real de la cosa se escabulle de tal manera que las palabras van por otro carril, pierden su estatuto de valor para devenir en meras apariencias. Tal desvinculación parece ser el signo de nuestro tiempo. El poder ha perdido legitimidad y la ética se limita a pregonar valores inmutables, como una suerte de tribunal de la razón atemporal e independiente de la experiencia: un anacronismo. Hoy se invoca a la ética apelando así a una función reguladora de las fuerzas científicas, mediáticas, políticas. Esto refiere a la separación radical entre la ética y los dominios mencionados. Si el poder debe ser sopesado, ello se debe a su desarraigo de la ética. En efecto: la ética no está en su ejercicio. Ahí el signo de su ocaso. (Silvia Ons)
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