01 abril 2011
Diré solamente que el sistema (sinécdoque con que señalo el sistema capitalista) posee, ciertamente, mecanismos con los que automáticamente asimila todo aquello que difiere de él y se le opone; y que si esto es verdad en abstracto, en el plano de lo concreto la asimilación tiene lugar mediante los individuos, mediante los ciudadanos. Ahora bien: sólo lo que es concreto es auténtico. Y a un autor le importa sólo lo que es concreto y auténtico. Si un solo lector asimila lo que él le dice, y en esta asimilación se realiza un acto de, pese a todo, confusa e insegura verdad, un intercambio democrático de conocimiento, entonces el autor tiene el deber de hacer lo posible por llegar a dicho lector. Lo que es malo en abstracto (la asimilación del sistema) es bueno en concreto (la relación con el individuo)./ No obstante, incluso más allá de este imperativo de concreción y de autenticidad, más allá de este celo por la libertad propia, a quien me dijese: «Pero el sistema, al asimilar lo que se le opone y se le diferencia, mejora y por tanto se robustece», yo respondería: «Tanto mejor. La democracia nace de la democracia. El sistema se afirma democrático, pero lo es con falsedad. Es necesario luchar por una democracia auténtica y ésta se obtiene también mediante una serie de asimilaciones, por parte del sistema, de las ideas y las obras de quien lucha por la democracia. Y el socialismo sólo se puede construir sobre una base democrática. Es preciso luchar al mismo tiempo por ambas cosas (mientras no se luche por la socialdemocracia, que es lo peor de todo)». (Pasolini)