No hay nada permanente ni veraz,/ ni ajeno al deterioro y la vejez./ Se disuelve lo que es en lo que no es,/ y en el iris todo lo que verás.// El sujeto no es uno; sino un haz/ de fragmentos dispersos que a su vez/ –sin origen, textura o nitidez–/ se dividen en otros. No es falaz// la noción de sujeto. Es un matiz/ de un color que precede a toda luz,/ el rostro en el reverso de un tapiz// que aparece un instante a contraluz./ O el timbre inolvidable de una voz./ Pero nunca el encuentro de los dos. (
Sarduy)