08 junio 2012
Has hecho mal el mundo, oh Dios mío, lo has llenado de muerte y misterio,/ de frágiles vidas que estallan con un incomprensible gemido./ Aire, fuego, tierra y agua, sollozan sin paz en una eterna intemperie./ Quizá te compadeces de ti mismo,/ pero eres tu propio juez, tu propio testigo, tu propia víctima.// ¡Oh, que haya una instancia más alta!/ Desgarraremos el firmamento y pediremos por ti.// La piedra cambia sola bajo su dura corteza,/ nos abatimos en el interior de nuestra piel,/ los ojos del perro no nos dicen nada. (Juan José Saer)