12 junio 2012
Un cuerpo que se resiste a seguir siendo un hábito, un número, un movimiento más o menos previsto y circular, un cuerpo que sufre. Señor, apiádate de ese cuerpo, él no sabe ser sino un cuerpo. Camina, como los otros, sobre la misma línea del gran ferrocarril, y no sabe cuándo va a caer. Es un cuerpo, y los cuerpos nunca saben nada. Éste se resiste a seguir siendo algo: una ficha, un límite, un signo astrológico, una aventura parecida a la siguiente aventura, y es un cuerpo que sufre. Es un cuerpo interpretado por otros cuerpos: nunca fue un cuerpo por primera vez. Su primera vez fue siempre de los ojos de otros, y las primeras veces de los otros siempre huían al verlo llegar. Señores: apiádense de ese cuerpo, que no sabe ser sino un cuerpo que sufre. (Alberto Rodríguez Tosca)