01 junio 2013


Arte, o lo que quiero llamar “arte”, como lo opuesto al consumo, por más que haya que pagar por acceder a esa experiencia y por más que esas obras por las que uno paga circulen en un mercado. Por qué, si comprar un pantalón de baño para ponérselo o una cerveza para beberla es consumir, no se puede realmente decir que uno está consumiendo cuando lee un poema, asiste a un concierto o ve una película (ciertos poemas, ciertos conciertos, ciertas películas, al menos). Porque sería como, en el amor, consumir a la persona amada. O consumir al amigo en la relación de amistad.