11 diciembre 2013
Soy un espíritu de buena voluntad en relación a la mayoría de mis semejantes, siendo como es la vida un estado de perpetuo conflicto. La cólera presente en muchos de mis poemas, aparte de ser el impulso de una visión crítica del mundo, se aplica a determinados temas: aquellos en que se encarna el mal en cualquiera de sus manifestaciones. No se trata de asumir lo que se da en llamar poesía comprometida, ya que me parece que la mayor responsabilidad del poeta es hacia su lenguaje. Asumo esto como una militancia incluso cuando tematizo la tragedia social de nuestro tiempo, la monstruosa injusticia de un orden que implica la agonía de miles de millones de seres humanos. Enfermos de opinión y de impotencia estamos hablando mucho sobre esto, y está bien que se haga, pero mientras tanto las cosas no cesan de empeorar. Si nos hemos quedado sin utopías por desesperación, entonces parece haber llegado la hora del suicidio (perdón por esta altisonancia catastrófica). Pero la vida sigue pidiendo música. (Joaquín Giannuzzi)