05 marzo 2009


Lo que no tiene que ver con la posesión, con la propiedad, con vivir dependiendo de eso que se supone que a uno le pertenece y de la necesidad de supeditar a esas posesiones, materiales pero también no materiales, todo, y ante todo la propia identidad, la razón de estar en el mundo: una misma necesidad de liberarse de pesadas estupideces que, al fin y al cabo, comparten o proponen de distintas maneras varias filosofías orientales y el cristianismo original, la concreta vida popular –en el sentido de ejercicio real y social de los saberes del cuerpo en contacto gozoso con la materia circundante– y quizá, al menos como utopía, el marxismo. Y algún freudismo también.