No es que pueda vivir. Viviré. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejara de ser entonces la mitad de la memoria dejaría de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejaría de ser. "Sí", pensó, "entre la pena y la nada elijo la pena". (Faulkner)