16 marzo 2009


Pues de resultas/ del dolor, hay algunos/ que nacen, otros crecen, otros mueren,/ y otros que nacen y no mueren, otros/ que sin haber nacido, mueren, y otros/ que no nacen ni mueren (son los más)/ Y también de resultas/ del sufrimiento, estoy triste/ hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,/ de ver al pan, crucificado, al nabo,/ ensangrentado,/ llorando, a la cebolla,/ al cereal, en general, harina,/ a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,/ al vino, un ecce-homo,/ tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!/ ¡Cómo, hermanos humanos,/ no deciros que ya no puedo y/ ya no puedo con tánto cajón,/ tánto minuto, tánta/ lagartija y tánta/ inversión, tanto lejos y tánta sed de sed!/ Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer?/ !Ah! desgraciadamente, hombres humanos,/ hay, hermanos, muchísimo que hacer. (Vallejo, “Los nueve monstruos)