02 febrero 2010


No puedo comprender, desde un punto de vista estrictamente hedonista, de qué manera puede uno disfrutar de la escritura sin forma alguna. Si se juega un juego se necesitan reglas, de otra manera no hay diversión. Hasta el poema más salvaje debe tener una base bien firme en el sentido común; y esta, creo yo, es la ventaja del verso formal. Además de las obvias ventajas de corrección, el verso formal libera de los grilletes del ego. Aquí me gustaría citar a Valéry, quien dijo que es poeta aquel cuya imaginación es estimulada por las dificultades inherentes a su arte y no aquel cuya imaginación es entorpecida por ellas. Creo que muy pocas personas saben manejar el verso libre, hay que tener un oído infalible para decidir cómo debe terminar una línea. (W.H. Auden)