No habrá nunca una puerta. Estás adentro/ y el alcázar abarca el universo/ y no tiene ni anverso ni reverso/ ni externo muro ni secreto centro.// No esperes que el rigor de tu camino/ que tercamente se bifurca en otro,/ tendrá fin. Es de hierro tu destino// como tu juez. No aguardes la embestida/ del toro que es un hombre y cuya extraña/ forma plural da horror a la maraña// de interminable piedra entretejida./ No existe. Nada esperes. Ni siquiera/ en el negro crepúsculo la fiera. (
Borges)