Tal vez una mañana caminando bajo un aire de vidrio/ árido, volviéndome, veré hacerse el milagro:/ la nada a mis espaldas, el vacío detrás/ de mí, con terror de borracho.// Luego, como en una pantalla, se detendrán de pronto/ colinas casas árboles para el común engaño./ Pero será muy tarde; y yo me iré callado,/ en medio de los hombres que no se vuelven, con mi secreto. (
Montale)