Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,/ melancólica, débil, poco
interesante,// un abanico de plumas que el viento desprecia,/ caminito que el
tiempo ha borrado.// Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin/ darme
cuenta, voy iniciando/ una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a/ cualquiera
o aburrir de golpe.// Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi/ memoria
ha muerto y se queja/ con otros dioses varados en el sueño y los malos
sentimientos. (
Francisco Urondo)