Sólo cuando los
poetas, o mejor el mayor poeta de una generación, haya renunciado a la
degradante ambición propia –¡desgraciadamente!− de los temperamentos líricos, y
trabaje con la escrupulosa honestidad de los buscadores de la verdad, se verá
lo que, no por fuerza de inercia sino por necesidad, debe todavía ser expresado
en versos. (
Umberto Saba)