Conozco
los gentiles derrotados,/ sus ojos humedecidos;/ los que no recuerdan/ haber
levantado la voz/ ni sentido inquietud/ por lo que pudo haber sido./ Los que
sonríen ante las desgracias/ que les prodiga el mundo/ y mueven la cabeza/ ante
noticias inesperadas./ Se quedarían asombrados/ si frente a ellos
resplandeciera un día/ la justicia/ y retrocederían asustados a sus labores./ Las
cadenas más firmes/ son suaves en los pies. (
Miguel Gaya)