21 enero 2014


El mar destila incertidumbre,/ la montaña perplejidad; y el propio/ cuerpo no abandona, por nada/ del mundo, su secreto. El viaje/ se volvió errabundeo, y el aura/ solitaria, retirándose,/ nos transformó en manada./ En la llanura inmóvil/ el cansancio nos visita:/ todo esto podía haber sido/ de esta manera o de alguna otra,/ el tiempo hubiese preferido/ correr para adelante o para atrás/ y abstenerse de salir, indiferente,/ la luna. Nos creeríamos perdidos,/ si fuésemos capaces, todavía,/ de distinguir un lugar./ La mirada rebota, espesa;/ ni reconoce ni interroga./ Astillas turbias flotan/ entre la sombra que amenaza./ Confusos, vacilamos:/ salimos a buscar no sabemos qué/ ya no nos acordamos bien cuándo. (Juan José Saer)