23 septiembre 2008


Es así como el arte y el mercado del arte florecen en proporción a su decadencia: son los osarios modernos de la cultura y del simulacro./ Es absurdo decir, pues, que el arte contemporáneo es nulo y que ninguna de sus manifestaciones quiere decir nada, puesto que esa es su función vital: ilustrar nuestra inutilidad y nuestra absurdidad; más aun, hacer de esta decadencia su fondo de comercio y, al mismo tiempo, exorcizarla como espectáculo. (Baudrillard)