09 septiembre 2008


Hay aquí un contrasentido. La inutilidad no tiene valor en sí, es un síntoma secundario, y el arte, al sacrificar sus apuestas a esta cualidad negativa, se extravía en una gratuidad también inútil. Es un poco el mismo libreto que el de la nulidad, la pretensión de sinsentido, de insignificancia, de banalidad, testimonio de una pretensión estética redoblada. (Baudrillard)