07 septiembre 2008


La lógica de la inutilidad no podía menos que llevar al arte contemporáneo a la predilección por el desecho, inútil a su vez por definición. A través del desecho, de la figuración del desecho, de la obsesión por el desecho, el arte se desvive por poner en escena su inutilidad. Manifiesta su no-valor de uso, su no-valor de cambio, al mismo tiempo que se vende muy caro. (Baudrillard)