18 febrero 2013


El arte es fetichista: se sitúa en el vértigo de una posición del sujeto en que “a punto está” de ver aquello que no puede ser visto; y en que esa visión, que es ceguera, perpetuamente queda diferida. Es como si el arte −el artista, su obra, sus personajes, sus espectadores− se situasen en una extraña posición, siempre penúltima respecto a una revelación que no se produce porque no puede producirse. De ahí que no haya “última palabra” de la obra artística −ni sea posible decir de ella ninguna palabra definitiva. Hace de ese instante penúltimo un espacio de reposo y habitación: justo el tiempo de duración de la ficción. (Eugenio Trías)