Nadie es igual a nadie, hija mía,/ ni es
cierto lo que todos creen,/ porque nada que importe se explica fácilmente./
(…)/ Te lo dice una persona que en otras se amontona,/ que trampea con cartas
marcadas/ y a veces le estafan y pierde y por eso/ está harta y espera tan
sólo/ que no sea tanto todo lo mismo,/ que cambie la fecha y entonces/ las
cosas prescriban lentamente sin lamentos,/ que el ser sea y no parezca
indicar,/ que termine de una vez lo interminable,/ que nazca otra vida del
ocaso de los dioses. (
Jordi Virallonga)