11 febrero 2013


Nadie es igual a nadie, hija mía,/ ni es cierto lo que todos creen,/ porque nada que importe se explica fácilmente./ (…)/ Te lo dice una persona que en otras se amontona,/ que trampea con cartas marcadas/ y a veces le estafan y pierde y por eso/ está harta y espera tan sólo/ que no sea tanto todo lo mismo,/ que cambie la fecha y entonces/ las cosas prescriban lentamente sin lamentos,/ que el ser sea y no parezca indicar,/ que termine de una vez lo interminable,/ que nazca otra vida del ocaso de los dioses. (Jordi Virallonga)