26 febrero 2013


Parecería, por lo que se ve, que no hay manera de reflexionar sobre la escritura poética sin establecer leyes universales que digan qué es la poesía o cómo es o debe ser la poesía, en cualquier tiempo y lugar, en los tiempos actuales o en el reino de las esencias. Fallan, por supuesto, no pueden no fallar, pero no es ese el problema (siempre de algún modo se falla) sino la autolimitación –una disminución de las posibilidades de pensar las cosas− en las que el narcisismo, el afán de competencia o la necesidad de seguridades, nos entrampan.