Olvido de palabras que solían nombrar críticamente la realidad del mundo, suplantadas por otras palabras raticidas. Ejemplo, el vocablo “consenso”, al parecer naïf, pero que hoy sirve para nombrar una suerte falaz de “mundo-todos-de-acuerdo”, pero mundo al que sin embargo le faltan todos los que no están invitados en esa mesa. Y donde tampoco sobreviven los temas “desaparecidos”, que ni siquiera parecen estar en la memoria de las cosas. (Casullo)